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En colaboración conCAF

Un país que perdió sus glaciares e incendios mortales: los efectos de un año con récord de calor en América Latina y el Caribe

Con una temperatura 0,90 °C por encima de la media, 2024 se ubicó entre el primer y segundo año más cálido de la región. La Organización Meteorológica Mundial hace un recuento de lo que sucedió

Incendios clima en Latinoamérica
María Mónica Monsalve S.

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Repasar cómo le fue a Latinoamérica y el Caribe durante 2024 en cuestiones del clima requiere tomar un largo aliento. La temperatura promedio de la región lo convirtió en el primero o segundo más cálido desde que hay registros (dependiendo de los datos utilizados), ya que estuvo 0,90 °C por encima de la media entre 1991 y 2020. Se trata de un dato extremo que dejó coletazos por todas las esquinas: desde glaciares que se esfumaron, pasando por huracanes sin precedentes, hasta sequías que se alternaron con inundaciones e impactan distintos territorios. Así lo demuestra el último informe sobre el estado del clima en el subcontinente realizado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

“En 2024, los impactos meteorológicos y climáticos se extendieron en cascada desde los Andes hasta la Amazonia, desde las ciudades abarrotadas hasta las comunidades costeras, causando importantes trastornos económicos y medioambientales”, señaló en un comunicado la argentina Celeste Saulo, secretaria General de la OMM. “La sequía y el calor extremo alimentaron incendios forestales devastadores. Las lluvias excepcionales provocaron inundaciones sin precedentes y vimos huracanes de categoría 5”.

La pieza importante, claro, es la temperatura, que además estuvo 1,09 °C por encima de la media en México; 0,96 °C en América Central; 0,97 °C en el Caribe, y 0,87 °C en Sudamérica. Pero el informe es una disección minuciosa de lo que esto conlleva, incluyendo los eventos extremos que se convirtieron en noticia.

Adiós al último glaciar venezolano

Durante 2024, Venezuela perdió el que era su último glaciar, el Humboldt, convirtiéndose así, junto a Eslovenia, en los dos primeros países del mundo en perder el hielo de sus montañas durante la época moderna. Sin embargo, son varios los países que están recorriendo ese camino. “El glaciar Conejeras, enclavado en Sierra Nevada (Colombia), y el glaciar Martial Sur, en los montes Martial, en Ushuaia (Argentina), fueron declarados extintos en 2024″, recuerda la OMM. Según datos de 2024 obtenidos a partir de 5.500 glaciares de los Andes, las montañas han perdido el 25% de su cobertura de hielo desde finales del siglo XIX.

Y cuando la nieve en la cima se pierde, todo abajo también cambia. Las lluvias fueron anómalas el año pasado, llegando a ser entre un 20% y un 50% inferiores de lo normal en el centro y noroeste de México y Baja California, pero entre 20% y 40% más fuertes en el este de México y la península Yucatán. Aunque varios países presenciaron lluvias atípicas—como Cuba, Honduras, Jamaica, Brasil, Bolivia y Chile, entre otros— México registró los cambios más drásticos.

Se tratan, todas, de interconexiones que afectaron el nivel del mar. Mientras que en la parte del Pacífico de América Central, la tasa fue menor que el aumento mundial (alrededor de 2 milímetros al año frente a 3,4 milímetros al año), en la parte Atlántica fue significativamente superior: aproximadamente 4 milímetros por año.

El glaciar Humboldt, ahora extinto, en Mérida, Venezuela. En una fotografía de abril de 2019.

Eventos extremos

2024 comenzó trágicamente para América Latina y el Caribe. En el sur y centro de Chile, las llamas arrasaron más de 55.000 hectáreas y dejaron más de 130 fallecidos. En junio, el escenario de devastadores incendios continuó con en el Pantanal y El Cerrado, alcanzando, ambos, la mayor superficie de áreas quemadas registradas en un solo año para cada territorio.

En el Atlántico, por su parte, se produjeron 18 tormentas tan fuertes como para que se les asignara un nombre, un número más alto que la media, que es 14. Esto incluyó a Beryl, el huracán categoría 5 más precoz registrado en esta cuenca, y Milton, que en octubre provocó evacuaciones y dejó 12.000 personas sin suministro eléctrico en el norte de México.

Durante 2024, las fuertes lluvias colapsaron el estado de Rio Grande do Sul (Brasil), el río Paraguay alcanzó en la región del Pantanal su cota más baja jamás medida, la temperatura máxima en Ciudad de México batió un récord al alcanzar 34,7°C en mayo, y las provincias cubanas de Artemisa y La Habana se vieron afectadas por una granizada sin precedentes. Estos son algunos ejemplos que cita la OMM.

Alertas y renovables

“Pero también hay esperanza”, es lo que dice Saulo ante esa sensación de fatiga que dejan los hechos. “Las alertas tempranas y las herramientas climáticas de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) están salvando vidas y aumentando la resiliencia en toda América Latina y el Caribe”. Costa Rica, por ejemplo, ha desarrollado un producto para medir la velocidad del viento de la mano de los parques eólicos en una vía similar a lo que se hizo en Chile, en donde se creó un modelo de estimación de la tasa de evaporación para grandes masas de agua con paneles solares. Colombia, Chile y el Ecuador, resalta el informe, están impulsando su adaptación climática, a la vez que en Cuba se refuerzan los sistemas de monitoreo.

“Los sistemas de alerta temprana de peligros múltiples en la región de América Latina y el Caribe han evolucionado notablemente en los últimos decenios”, aseguran. Aunque hacen énfasis en las diferencias que hay entre un país y otro. “En algunos casos, dentro de un mismo país”.

La revisión de la OMM es exhaustiva. Puede que desaliente. Pero sin duda da luces de lo que viene para 2025 y de lo que significa el cambio climático. Pone sobre la mesa el porqué la urgencia de que Latinoamérica y el Caribe aprenda a adaptarse.

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Sobre la firma

María Mónica Monsalve S.
Periodista de América Futura en Bogotá, Colombia. Antes trabajó en El Espectador. En 2020 fue ganadora del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Máster en Cambio Climático, Desarrollo Sostenible y Políticas de la Universidad de Sussex (Reino Unido).
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