Cambiar tus emociones no es un proceso sencillo. Después de todo, cuando nos sentimos de determinada manera, ocurren varios pasos en nuestro cuerpo al mismo tiempo, lo cual es producto de una reacción automática que ocurre en la interacción entre el cerebro y el sistema nervioso. Por lo tanto, no es fácil de controlar y manejar, pero tampoco imposible.
Lo primero que debes saber es qué pasa en el cuerpo cuando percibes una emoción. En esta etapa, todo ocurre en el sistema límbico, el cual procesa los estímulos y activa la respuesta emocional ante ellos. Ahí, la amígdala evalúa la situación y determina si es una amenaza o una experiencia placentera. Si la emoción es intensa, el hipotálamo envía señales al sistema nervioso autónomo, desencadenando respuestas fisiológicas como el aumento del ritmo cardíaco, la sudoración o la tensión muscular. Al mismo tiempo, el córtex prefrontal analiza la emoción y la regula según el contexto.
Finalmente, el cuerpo libera neurotransmisores y hormonas, como la adrenalina en situaciones de miedo o la serotonina en momentos de felicidad, lo que influye en nuestro estado de ánimo y comportamiento.
Además, debes saber que de acuerdo con un estudio de 2015 titulado “Emotions in Everyday Life”, las personas sentimos al menos una emoción el 90% del tiempo. Entonces, si todo esto ocurre en tu cuerpo en cuestión de segundos y sin que siquiera puedas notarlo, ¿cómo podrías cambiar tus emociones de negativas a positivas rápidamente? De acuerdo con Ethan Kross, director del laboratorio de emociones y autocontrol de la Universidad de Michigan, estas son algunas prácticas que puedes adoptar.
Reconoce las emociones
Entendemos que no es fácil identificar qué emoción sentimos exactamente todo el tiempo. No obstante, sí se puede poner en práctica una sensibilidad para poder nombrarlas con mayor claridad, por ejemplo, al identificar en qué parte del cuerpo sentimos qué emociones. Así, poco a poco podremos asociar un dolor de estómago con angustia o un dolor de cabeza con cansancio. Además, es importante aprender a identificar qué detonó determinado sentimiento en el contexto específico de cada momento, para así poder sacar conclusiones que nos protejan, por ejemplo, si le hablo a tal persona, siento tristeza.
Dirígete a ti en tercera persona
Puede parecer un poco extraño al inicio, pero hablarte a ti mismo en tercera persona te ayudará a regular tus emociones porque podrás tomar una distancia de lo que estás sintiendo y porque, de manera inconsciente, te hablarás con más empatía y cuidado. Prueba decir “Estás estresado”, en vez de “Estoy estresado” y nota la diferencia.
Contacta con tus sentidos
Una forma muy eficaz de reducir las emociones negativas, es centrarse en el placer a través de los sentidos. Prueba, por ejemplo, oler una vela o una taza de café, también puedes sentir una tela suave o pasar tu mano por un cojín. Esto te ayudará a relajar la mente de manera inmediata.
No obedezcas de inmediato
Es probable que hayas escuchado antes sobre los riesgos que existen al evadir las emociones, y esto es verdad. Si no prestamos atención a lo que sentimos y en vez de eso nos dedicamos a ver el celular o incluso a consumir alcohol para desconectar el pensamiento, eventualmente volverán las emociones que el cuerpo nos pide atender.
No obstante, hay que tener un balance entre evadir por completo y a largo plazo y más bien, identificar cuando no es un momento apropiado para rumiar sobre cierto sentimiento y dejarlo para más tarde. En esos casos, puedes pensar “Ahora siento enojo, pero es mejor esperar un poco antes de actuar”. Incluso, hay quienes recomiendan establecer un horario del día para trabajar con las emociones que nos visitan, y así poder decirle a la mente algo como “Entiendo que sigues molesto por esto que pasó, pero tu horario para pensar en ello comienza a las 6 de la tarde”. De esta forma, la intensidad de la emoción podrá reducirse en un determinado momento y los actos que sean consecuencia de la misma serán mucho más moderados que impulsivos.