El pasado sábado 5 de abril, se cumplieron 25 años desde que José Antonio Labordeta se estrenó en el Congreso de Diputados tras ser elegido parlamentario por Chunta Aragonesista. En la Cámara Baja, permaneció dos legislaturas en las que desarrolló una intensísima actividad en el Grupo Mixto y demostró su talante dialogante y nada sectario. Fue despedido con una larga ovación y con los elogios de la mayoría de la Cámara, incluido el reconocimiento público desde la tribuna del entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. En una época como la actual en la que los políticos se atrincheran y hacen del Congreso su campo de batalla permanente, sin margen para el diálogo, es evidente que en la política hacen falta más Labordetas que hagan realidad el acuerdo y el diálogo en los grandes temas del país.
El libro 'José Antonio Labordeta, diputado del pueblo', publicado por la editorial aragonesa Pregunta, ha sido presentado esta semana en un acto en la Universidad de Zaragoza, al que asistieron alrededor de un centenar de personas, entre los que se encontraban los expresidentes de Aragón, Marcelino Iglesias y Ramón Tejedor, así como la viuda de Labordeta, Juana de Grandes. El libro rinde homenaje a este aragonés ilustre que nació con la Guerra Civil. La dictadura franquista condicionó para siempre su compromiso y su lucha política. Este libro narra la intensa trayectoria política desarrollada por un hombre polifacético de quien se ha escrito mucho de su actividad como cantautor a favor de la libertad y de la democracia, escritor, poeta y presentador de televisión, pero nada o casi nada de lo que realmente fue su motor desde que nació el 10 de marzo de 1935 hasta que falleció el 19 de septiembre de 2010: su figura política que condicionó su trayectoria vital.
Profundamente progresista, amante de su tierra y defensor de un aragonesismo no nacionalista e internacionalista, políticamente inquieto, coqueteó y se dejó querer por la izquierda, pero solo militó en dos partidos políticos: el Partido Socialista de Aragón, el sueño utópico de intelectuales aragoneses que fue engullido en pocos meses por el PSOE de Felipe González, y Chunta Aragonesista, impulsada a mediados de los 80 por un grupo de jóvenes aragonesistas en los que Labordeta quiso ver como los hijos de su querido PSA. Tras varios intentos fallidos de los líderes de CHA, Labordeta, que hasta entonces se había mostrado reacio a liderar una lista electoral, acabó aceptando la candidatura de 1996 al Congreso -se quedó a un puñado de votos de poder entrar- y también en 2000. En esa ocasión, logró el ansiado escaño, un hito nunca conseguido por una fuerza aragonesista de izquierdas. Con 65 años recién cumplidos, con edad para jubilarse, Labordeta inició una nueva aventura en Madrid. Fue un diputado poco convencional, cercano a los ciudadanos que siempre abrió la puerta de su despacho a las demandas y peticiones que le hicieran. Humanizó la política. Ese fue su legado. Un diputado elegido por el pueblo y que luchó por defender los intereses de ese pueblo. Alfredo Pérez Rubalcaba lo llegó a calificar incluso como el primer indignado en la etapa de Aznar con su conocido “a la mierda”, la frase con la que abrió los informativos de las radios y televisiones de aquella época e incluso en Crónicas Marcianas de Sardá.
'José Antonio Labordeta, diputado del pueblo' rememora aquel episodio polémico que hoy sería por desgracia algo habitual pero que, en aquel momento, hace casi 25 años, fue muy controvertido y que le provocó halagos de numerosos ciudadanos, pero también quebraderos de cabeza, hasta el punto de que lamentó pasar a la historia del parlamentarismo español por aquellas tres palabras. Igualmente, el libro recoge otros momentos protagonizados por él en la Cámara Baja, como la polémica ley de partidos con la que Aznar ilegalizó a HB y que estuvo a punto de provocar la renuncia del diputado aragonesista, su rechazo al trasvase del Ebro, su exigencia de mayor autogobierno votando en contra de la reforma del Estatuto de Autonomía de Aragón, su denuncia de la deficiente situación de la provincia de Teruel, su participación en la comisión de investigación de los atentados yihadistas del 11-M, el accidente del Yakolev y el no rotundo a la guerra de Irak con la lectura emotiva de un poema de su hermano Miguel. Su nula relación con José María Aznar -en cuatro años no hablaron ni una vez- en contraposición con su estrecha vinculación con José Luis Rodríguez Zapatero son temas que se amplían en este libro que también dedica un capítulo a la fiesta de despedida con los periodistas parlamentarios, que en 2007 premiaron su colaboración con la prensa y su actividad parlamentaria.
Sería injusto recordar al Labordeta parlamentario por sus exabruptos contra el PP y por su “A la mierda”. Fue el diputado que más trabajó, promovió 8.693 iniciativas, y sus intervenciones parlamentarias, algunas se recogen en este libro, se las creía. Su compromiso con su tierra. El dolor de ver que Aragón no existía para Madrid. Y eso lo tenía muy dentro. Defendía una España plural y no la España que pretendía anular las nacionalidades.
El libro recoge también una carta emotiva, escrita por Paco Pacheco, que fue su alter ego en los ocho de años en el Congreso, dirigida a Labordeta en la que le explica cariñosamente la situación de Aragón desde que falleció en septiembre de 2010.
José Luis Rodríguez Zapatero, Ana Pastor, Iñaki Anasagasti y Juana de Grandes contribuyen, junto a muchos otros, con su testimonio y anécdotas a dibujar en este libro la personalidad de un hombre muy querido por la sociedad aragonesa y española que, como recuerda su amigo Pepe Melero, “amaba la libertad, la igualdad y la fraternidad; era un aragonesista de izquierdas”, que defendía “Aragón por encima de muchas cosas”.